El Juanli
FRANCESC-MARC ÁLVARO. La Vanguardia.
El Juanli tiene 20 años, gana su dinero como mozo en un supermercado y define la vida con tres palabras: "coche, tías, hostias". El otro sábado, el Juanli, que viste casi siempre pantalón de chándal y zapatillas deportivas muy caras y lleva la cabeza rapada, tuvo un mal momento. Él iba a su bola, pero no le quedó más remedio que darle una paliza a un tipo que le recriminó que fuera pateando salvajemente el mobiliario urbano de una plaza. El tipo no sabía que el Juanli estaba rayado aquella noche y que era mejor no rajarle nada. Cuando salen, el Juanli y sus amigos sólo hacen lo que les da la gana. Sin cortapisas. Únicamente dentro del horario de trabajo el Juanli y sus colegas callan, obedecen y pasan, porque necesitan la pasta. Aunque, claro, el jefe es un cabronazo que un día se va a enterar. Puede que al jefe se le incendie el coche por casualidad. Como le pasó al imbécil de aquel profesor que le expulsó de clase, hace ya de eso cuatro años.
El Juanli vive con sus padres, que están satisfechos de que el hijo
tenga un trabajillo, aunque no sea fijo. Lo que hace fuera del curro es
su tiempo libre y no se meten, porque ya es mayor. En casa, el Juanli
tiene un buen equipo de música y una consola último modelo, y ha
conseguido que un colega le enchufe de gorra a Vía Digital con una de
esas tarjetas piratas. De la tele, lo que más le mola son los vídeos
musicales, "Gran Hermano" y las películas "porno", que mira con su piba.
Cuando lo hace, manda a sus viejos a la habitación. Y ellos le dejan,
porque así no sale por ahí y no se enfada. Cuando se enfada, el Juanli
amenaza con pegar fuego al piso o dice que se volverá loco y pega
cabezazos a las paredes.
La abuela, que se murió hace año y medio, era la única que se atrevía a
decirle al Juanli que no le entendía al hablar. No se puede decir que el
Juanli hable, se limita a gritar con variable intensidad unos sonidos
semiarticulados que, de manera discontinua y confusa, recuerdan el habla
humana. No obstante, el Juanli se comunica bien, especialmente con su
peña de amigos. A veces, si no hay otros por ahí, ellos mismos entre sí
acaban pegándose en la discoteca. Después, el Juanli se queda muy a
gusto y se toma alguna pastilla. También le gusta ir al cine a eructar
sonoramente y pasear en coche con la música a tope.
¿Existen muchos Juanli en nuestra Sociedad?
¿Qué puede hacer la Sociedad por los Juanlis?
¿Podemos construir una Sociedad que funcione con ciudadanos como Juanli? ¿Cómo?
¿Cómo serán los hijos del Juanli?
Las respuestas a las actividades y el debate lo realizaremos Martes 10 y el Miércoles 11
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